¿Cómo explicar la muerte de un ser querido a niños mayores?

padres explicando muerte a hijos

Debemos precisar que por niños mayores estamos hablando de peques a partir de los cuatro años, que no son mayores ni mucho menos, pero como decíamos en la entrada anterior, con esa edad ya comienzan a tener desarrollada su propia conciencia o la conciencia de permanencia y significado como para entender bien la pérdida de un ser querido. En consecuencia, la explicación que debemos darles cuando un familiar fallezca difiere en gran medida con la que os mostrábamos cuando todavía son muy pequeñitos. 

Antes de entrar en materia, lo más importante que debemos hacer es preparar a nuestros hijos e hijas —en caso de que la pérdida se produzca por enfermedad— para el fatal desenlace y, sobre todo, cómo, cuándo y quién se lo va a decir. Si la defunción ocurre de forma inesperada, deberemos recurrir a otros métodos que desarrollaremos en el siguiente apartado, pero si el niño o niña ha presenciado la lenta agonía del ser querido, resulta menos traumático que se vaya despidiendo poco a poco que de forma brusca. Además, nos daremos cuenta de que recuerdan con mucho detalle la forma en que recibieron la noticia. Por lo tanto, desde nuestra escuela infantil de metodología Montessori vamos a proponeros algunos consejos con los que llegar mejor a vuestros hijos.

¿Cómo hacer entender la muerte a los niños mayores?

padres explicando a sus hijos

Siguiendo con lo que os decíamos arriba, es muy importante preparar con antelación tanto el lugar como el momento de dar la noticia a nuestros hijos o hijas para evitar discusiones o malentendidos, puesto que como es natural todos estaremos nerviosos debido a la coyuntura. Así pues, vamos allá. 

  • Buscar un lugar tranquilo. Un espacio en el que podamos hablar con ellos a solas y sin interrupciones. Podemos escoger nuestro dormitorio, el parque a una hora sin demasiada afluencia o un lugar especial donde guardamos un grato recuerdo con la persona de la que vamos a charlar. Además, debemos estar pendientes del grado de cansancio del peque para que pueda asimilar mejor o peor la noticia, aparte de apagar todos los dispositivos móviles y elegir bien quién le dará la noticia. Os aconsejamos que sea la persona con la que observamos que nuestro peque conecta mejor y tiene más confianza.
  • Explicar las cosas tal y como son. Ahora ya podemos dejar de lado la metáfora del viaje y otros tantos recursos difusos que, si bien cuando son más pequeñitos funcionan, de mayores no causarán el mismo efecto. Así, lo más importante del mensaje es que indique que la persona fallecida no volverá, que ya no está entre nosotros. Podemos decirles que “el abuelito ha muerto”, “la tía se ha ido al cielo” o “papá ha tenido un accidente y ahora está con el abuelito”. De ese modo les estamos diciendo la verdad, sin explicaciones vagas, puesto que esas personas se han ido y no volverán, pero no estamos siendo bruscos.
  • Escuchar y validar sus emociones. Después de trasladar la noticia, debemos escuchar todas las preguntas con atención y responderlas con cariño y comprensión. Recordad que son niños, y que lo que para nosotros resulta evidente para ellos y ellas puede resultar todavía confuso. Y cuando explicamos la muerte, pueden ponerse a llorar inmediatamente o reaccionar de manera indiferente como un mecanismo inicial contra el dolor. Lo fundamental es que entendamos que cualquier comportamiento es normal, que están sufriendo, y no debemos presionarlos ni culpabilizarlos, sino validar sus sentimientos, apoyarlos y tener presente que todo volverá a su cauce. No importa si manifiestan su dolor o no lo hacen; lo que importa es que les mostremos nuestro apoyo sin decirles cómo deben sentirse.
  •  Dar la opción de participar en las ceremonias. Si ellos y ellas quieren, por supuesto. Algunos preferirán quedarse con un recuerdo feliz que ver a su ser querido postrado en una cama, un ataúd o presenciar cómo echan cemento a su lápida, por poner algunos ejemplos. Pero es importante que sepan que contamos con ellos para todo y que no los dejamos al margen deliberadamente. Y además, si acuden al tanatorio o incluso al entierro, estamos contribuyendo a que naturalicen la muerte y darle la importancia que tiene, además de perpetuar la memoria del fallecido. 
  • Mantener vivo el recuerdo. Para el que escribe estas letras, y con esto corro el riesgo de que mis jefas me censuren este párrafo, lo más importante es pasar página sin olvidar a la persona. ¿Acaso esto no es una contradicción? No, ni mucho menos. Una persona muere cuando la olvidamos, justo en el momento en que dejamos de hablar de ella. Y su recuerdo nos tortura cuando no hemos sido capaces de asimilar que ya no está, que no volverá. ¿Por qué ocurre esto? Porque la despedida o la forma en la que nos dieron la noticia no fuera la correcta, de ahí que resulte tan importante todo lo que os hemos dicho antes. La muerte de un ser querido nunca deja de doler. Más bien, aprendemos a convivir con ese dolor cada día, que está ahí, acompañándonos, pero sin llegar a dominarnos. Y la mejor forma de conseguirlo es recordar a esa persona con amor, sin rabia ni nada que reprocharnos, porque en el reproche se halla el bloqueo, la incapacidad de dejar ir. ¿Cómo los recordamos de forma sana, entonces? Pues encendiendo una vela todas las noches durante una semana o dos; hablar de anécdotas que vivimos con ellos; elegir una foto y ponerla en un lugar especial que nos despierte un recuerdo alegre; o incluso podemos plantar un arbolito que simbolice a esa persona que ya no está. 

Si tenéis alguna pregunta, no dudéis en contactar con nosotras a través del formulario de nuestra página web, vía llamada telefónica, o presencialmente en nuestro centro de educación infantil Mi Cole en Ruzafa, Valencia.

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