¡Estamos en Fallas! Y claro, aunque no seamos falleros, nos reuniremos con nuestros amigos, familiares, saldremos para comer buñuelos y ver los monigotes… Dicho de otro modo, haremos vida fuera de nuestras casas. ¿Y esto que implica? La posibilidad de que nuestros hijos e hijas tengan rabietas en lugares públicos. Pero tranquilos, que no cunda el pánico, porque en esta entrada vamos a echaros un cable para actuar correctamente y de manera respetuosa.
Como ya os hemos explicado en otras ocasiones, las rabietas son una forma de expresión emocional que surge cuando los niños y niñas se sienten frustrados, cansados, hambrientos o desbordados por una situación concreta. Algunas de estas situaciones son la falta de autonomía, la dificultad para expresar sus emociones, la necesidad de atención, sensaciones físicas incómodas (hambre, sueño, agotamiento), y el rechazo hacia los límites y normas que les ponemos. De este modo, identificar cuál es el motivo de la rabieta en cada caso suele ser de ayuda para atajarla. Pero como de eso ya hablamos en su momento, desde nuestra escuela infantil de metodología Montessori vamos a centrarnos en el tema de hoy: las rabietas en público.
¿Qué no hacer cuando nuestro hijo tiene una rabieta en público?

Antes de empezar, os diremos que es normal que inicialmente sintáis vergüenza o rechazo, del mismo modo que si vuestro jefe os humillase delante de toda la empresa o vuestra pareja os montara un numerito en plena calle. Debemos entender que cuando nuestro hijo tiene una rabieta en medio del supermercado o en el parque, nuestra reacción será clave para bien o para mal. Una buena actuación puede ayudar a que el berrinche pase más rápido y dar seguridad al niño para próximas rabietas. Por el contrario, comportarnos de forma errónea puede empeorar la situación, haciendo que la rabieta se intensifique o que el peque se sienta inseguro, provocando más rabietas en el futuro.
- Perder los nervios. Esto es lo principal que no debemos hacer. Gritar, amenazar o castigarlo no va a conseguir que nuestro hijo se calme. Más bien, aparte de hacerlo sentir humillado, sólo le va a enseñar a descontrolarse cuando se sienta frustrado, y contribuirá a que las rabietas sean más frecuentes e intensas.
- Justificarnos frente a los demás. Avergonzarse es lícito e inevitable, como os hemos comentado antes, pero no debemos explicaciones a nadie, pues son nuestros hijos y no los de nuestros amigos, familiares, vecinos o quien esté delante en ese momento. La crianza no es un espectáculo público. Y cuando nuestro peque llore debemos preocuparnos por cómo se siente y no por lo que digan u opinen los demás.
- Marcharnos. Esto es muy frecuente y lo hemos visto muchas veces, sobre todo en nuestros tiempos, pues era un recurso bastante utilizado por la generación de nuestros padres y abuelos. Pero dejar al niño solo o amenazarlo con hacerlo es una estrategia tan ineficaz como cruel. Un niño que está teniendo una rabieta está sufriendo, y nosotros como sus padres y madres podemos elegir entre permanecer a su lado o hacerle sentir abandonado. La sensación de abandono puede hacer que reaccione momentáneamente, pero a largo plazo hará que se sienta asustado en situaciones similares, aumentando la probabilidad de tener una rabieta.
- Intentar calmarlo como sea. Lo que un niño o niña necesita durante una rabieta es tiempo para encontrar la calma en su interior. Es normal sentirnos angustiados cuando los vemos sufrir, pero tratar de calmarlos a toda costa, repitiendo una y otra vez nuestro ofrecimiento a abrazarlos, pidiéndoles que se calmen o preguntándoles si quieren un beso sólo va a conseguir que se pongan más nerviosos.
- Ignorarlos. Si bien no debemos reforzar la rabieta con demasiada atención, tampoco es recomendable ignorar por completo sus emociones o hacerlo sentir solo. Permanecer a su lado sin hacerle sentir invisible será mucho más eficaz.
- Ceder rápido. Esto es de manual. Si accedemos a sus exigencias para calmarlo y quitarnos rápido la vergüenza de encima, el niño aprenderá que la rabieta es una herramienta eficaz para conseguir lo que quiere y comenzará a tenerlas cada vez con más frecuencia, resultando mucho más difíciles de calmar.
Ya os hemos dicho qué no hay que hacer. Pero ahora os preguntaréis qué es lo que debéis hacer, ¿no? En la próxima entrada os lo contamos. Mientras tanto, si tenéis alguna pregunta, no dudéis en contactar con nosotras a través del formulario de nuestra página web, vía llamada telefónica, o presencialmente en nuestro centro de educación infantil Mi Cole en Ruzafa, Valencia.