Sabemos que esto es un tema que preocupa a muchos padres y madres, sobre todo a los que llevan poco en esta carrera de fondo y todavía no han tenido ni una rampa que les avise de que esto va en serio y para largo. Pues bien, para empezar, os recomendamos que no hagáis caso a las parejas de amigos que afirman saber qué es lo mejor para nuestros hijos e hijas, sin conocerlos, como si ellos mismos hubieran inventado la panacea, y os detengáis unos minutos a leer esta entrada, porque seguro que os ayudará a disipar esas dudas y temores.
Es muy probable que, tras haber escogido una escuela infantil y haber transcurrido el tiempo de adaptación pertinente, estemos pensando en qué más podemos hacer para contribuir al desarrollo de nuestros peques. Sí, es ahí donde surge la idea de las actividades extraescolares como solución a todo. Y ojo, si bien ya hablamos de esto hace tiempo y con profundidad en otro post, no vamos a decir que sean buenas o malas, pues todo depende de las necesidades de nuestros hijos, pues cada niño y niña es diferente y requiere de unas herramientas específicas para potenciar sus habilidades innatas y, en definitiva, su crecimiento. Ahora bien, cuando todavía están en sus primeros años de vida, sus necesidades son distintas, y desde nuestra escuela infantil de metodología Montessori vamos a mostraros algunas de las actividades que podéis llevar a cabo con ellos.
¿Cómo pueden los padres promover el desarrollo de sus hijos?

Ante todo, debemos aclarar que los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo cerebral, pero a menudo, como padres y madres, malinterpretamos esta información y tendemos a querer estimularlo con diversos métodos que en realidad no son efectivos. El cerebro de un niño está programado para aprender de sus papás y mamás, por lo que, durante los tres primeros años de vida, os recomendamos que realicéis juntos las siguientes actividades después de la guardería.
- Parque, parque y más parque. Al margen de cualquier otra cosa, el parque es el escenario idóneo para estimular y potenciar la capacidad psicomotriz de los peques, gracias a su diversidad de juegos y espacios. Tratándose de un entorno lúdico y libre, los niños y niñas tienen la oportunidad de experimentar y enfrentarse a una variedad de situaciones que requieren tomar decisiones. Al trepar, deslizarse, correr y jugar, no sólo están desarrollando su coordinación y equilibrio, sino también aprendiendo valiosas lecciones sobre la causa y efecto, además de relacionarse con otros peques como ellos que también estén jugando.
- Hacer la compra. Acompañados por papá o mamá, o por ambos, claro. Pensad que si una cajera o cajero se encuentra con un pitufo demandando cambio, le puede dar entre un ataque de risa o uno al corazón, según las circunstancias. Caminar permite que los niños y niñas liberen energía y la canalicen de manera positiva. Así, este ejercicio ayuda a fortalecer sus músculos y a mejorar su coordinación motora. Y a nivel psicológico, explorar el entorno les proporciona un sentido de independencia y autoconfianza, que son fundamentales para construir una resistencia emocional. Además, el supermercado es un escenario de aprendizaje. Los niños observarán y cuestionarán los productos, materiales y personas que encuentren, expandiendo su vocabulario, y desarrollando una comprensión más profunda del mundo.
- Jugar en la alfombra. Es una de las formas más efectivas de construir una relación sólida y amorosa entre papás y mamás con sus hijos. Al interactuar juntos, fortalecen el vínculo emocional y se establece un ambiente de confianza. Esta interacción permite que transmitamos a nuestros peques conocimientos, valores, actitudes y habilidades, favoreciendo el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños, mientras que fortalece la conexión y entendimiento entre todos.
¡Volveremos con la segunda parte en la siguiente entrada! Si tenéis alguna pregunta, no dudéis en contactar con nosotras a través del formulario de nuestra página web, vía llamada telefónica, o presencialmente en nuestro centro de educación infantil Mi Cole en Ruzafa, Valencia.