Puede que os hayáis formulado esta pregunta en alguna ocasión, y sería normal. Y no sólo nos referimos a que nuestro hijo o hija se comporte de forma diferente con abuelos, tíos o amigos, sino incluso al otro progenitor. No obstante, suelen ser las madres quienes se sienten de este modo. ¿Por qué ellas? Porque representan la seguridad para los niños y niñas, debido a que les hacen sentir cómodos, y conocen su papel protector y de ayuda. Además, todos conocemos el fuerte vínculo emocional que se establece entre una mamá y su peque. Por norma general los niños pasan mucho tiempo con sus madres, aunque en la actualidad haya más padres involucrados. Y esto provoca una confianza que los hace relajar su conducta y que se desaten todo tipo de emociones.
Lo primero que debemos entender es por qué nuestros hijos se comportan así con nosotros. Ya hemos dicho que son las madres las que, con frecuencia, experimentan esta situación como consecuencia del mayor tiempo que pasan con ellos, así que nos centraremos en ellas. Así pues, lo dicho, ¿por qué ocurre esto? Durante sus primeros años de vida, los peques demandan mucha atención, no porque quieran desquiciar a sus mamás, sino porque mediante el llanto, los gritos y pataleos buscan que les hagan caso. Al fin y al cabo, mamá siempre lo cura todo y da respuesta a sus necesidades, de ahí que las asocien con la supervivencia y se porten mal para ocupar el foco de sus miradas. Por el contrario, los papás son asociados con experiencias y consejos para desarrollar la confianza en uno mismo y asumir riesgos.
¿Qué debemos saber sobre este comportamiento?

En compañía de personas que no son del núcleo familiar todavía se observa más la diferencia, pero únicamente se debe a que no conocen el entorno en el que se encuentran. A los niños y niñas les gusta ser el centro de atención, que se les reconozca su buen hacer, y eso ocurre cuando están con otras personas que no son sus padres y madres. Pero entonces, ¿por qué mi hijo se porta mal sólo conmigo? Pues ese es el motivo por el cuál tienen un excelente comportamiento con otros, para aumentar su aceptación y pertenencia.
Y ahora que ya sabéis cuáles son las razones de este fenómeno, desde nuestra escuela infantil de metodología Montessori vamos a explicaros algunas cosas que debéis conocer, como papás y sobre todo mamás, para sobrellevarlo de la mejor manera posible. Sabemos que es un tema con mucha miga y que afecta a un gran número de familias, por lo que las herramientas os las brindaremos en la siguiente entrada.
- Están solicitando atención. No nos tienen manía, sino que simplemente buscan que les hagamos caso. Están aprendiendo de su entorno, observando y desarrollando poco a poco sus hábitos de conducta; luego las rabietas son su forma de pedirnos que no nos vayamos, que no establezcamos una distancia emocional. No dudéis de vosotras como madres, porque lo estáis haciendo bien, de verdad.
- Tienen cansancio acumulado. Del mismo modo que nos ocurre a nosotros, los adultos, nuestros hijos madrugan, acuden a la guardería o colegio, tienen actividades extraescolares… El cansancio es un motivo importante de mal comportamiento. ¿Cuántas veces hemos visto a los peques llorar al final del día? Esto se debe a la acumulación del agotamiento y saturación de emociones.
- Conocimiento del terreno. Ante un entorno desconocido todos seguimos las instrucciones para no meternos en problemas, ¿verdad? Pues a los niños les sucede lo mismo. Conocen nuestras reacciones y límites. Sin embargo, cuando están con otras personas distintas, no saben los efectos que su mal comportamiento podría provocar, y por ello no se arriesgan a portarse mal y son más obedientes.
Como os decíamos, en la próxima entrada profundizaremos más sobre este tema. Mientras tanto, paciencia y no perdáis la confianza en vosotras mismas. Si tenéis alguna pregunta, no dudéis en contactar con nosotras a través del formulario de nuestra página web, vía llamada telefónica, o presencialmente en nuestro centro de educación infantil Mi Cole en Ruzafa, Valencia.