¿Cómo evitar gritar a los niños?

evitar gritar niños

Por normal general, a nadie le gusta que le griten; y a los niños y niñas todavía menos. Los chillidos generan un aura de violencia, malestar y nerviosismo en el entorno que, lejos de obtener el efecto deseado por nuestra parte, provocan estrés, inseguridad y miedo. Ahora podréis decirnos, como es natural, que la teoría es muy bonita, pero que hay momentos en los que no sabéis cómo reaccionar tras haber perdido la cuenta de las veces en las que demandáis algo a vuestros hijos, ellos han hecho como si pasara un carro y, consecuentemente, les habéis soltado un grito que se ha escuchado hasta en los confines de la galaxia. Y nosotras os diríamos que os comprendemos, pero que podéis optar por otras alternativas. 

Sabemos que es difícil mantener la calma con un pequeñajo; máxime cuando hemos tenido un mal día en el trabajo, con nuestra pareja o por cualquier otro motivo. En esos momentos, nuestros niveles de tolerancia y empatía están por los suelos, y a la mínima soltamos sapos y culebras. Sin embargo, es importante que comprendamos que mediante los gritos no vamos a conseguir nada más que alterarnos más de lo que ya lo estamos y, por ende, a nuestros hijos e hijas. Dicho de otro modo, no es bueno para ellos ni para nosotros. Así pues, desde nuestra escuela infantil de metodología Montessori vamos a proponeros algunos trucos de los que podréis serviros para evitar perder los estribos en situaciones de alta tensión. 

Claves para no gritar a los niños

Como en algunas ocasiones os hemos comentado, no hay una certeza absoluta de que esto funcione, puesto que cada niño o niña son un mundo y responden frente a cierto tipo de estímulos. No obstante, confiamos en que las siguientes estrategias os sirvan de ayuda.

  • Establecer horarios, normas y rutinas. Se trata de la base para que los niños y niñas interioricen qué deben hacer en cada momento. Tampoco se trata de convertirlos en robots y que actúen por inercia; pero si delimitamos el tiempo del que disponen para realizar cada actividad, será más fácil que lo sigan y por ende no tengamos que recurrir a los gritos para que se sienten a comer, dejen de jugar, ver la tableta/televisión o se vistan para ir a cualquier lado, por citar algunos ejemplos del día a día.
  • Recurrir al contacto físico. En plena vorágine de locura infantil, lo mejor que se puede hacer es llamar su atención tocándole, como depositando nuestra mano en su hombro para que recupere la percepción de la realidad y salga de ese caos en el que se ha metido y que nos está haciendo perder los nervios, o susurrándole al oído, colocando la mano junto a su oreja. El contacto físico permite que el cerebro segregue la hormona del vínculo y la unión, favoreciendo que nuestro hijo o hija nos haga más caso. Además, cuando bajamos la voz y el pequeñajo tiene que realizar un esfuerzo para escuchar nuestro mensaje, su hemisferio izquierdo se activa y conseguimos que se concentre, se calme y entienda lo que pretendemos decirle. 
  • Sacar del contexto en el que están inmersos. Cuando los niños y niñas están absortos en una actividad, es difícil que nos hagan caso. En consecuencia, una buena estrategia es inmiscuirnos en ella sutilmente, puesto que si están viendo la televisión y la apagamos de golpe, despertaremos al dragón. ¿Cómo hacerlo entonces? Siguiendo con el ejemplo de la televisión, bajando un poco el volumen para conseguir que nos miren. O si están en el cuarto de juegos, corriendo por el salón o saltando en la habitación, podéis cogerlos en brazos al grito de “¡al ataque!”, como si también estuvierais jugando, aunque en realidad con ese grito estáis soltando toda la adrenalina acumulada, y además los estáis alejando de una manera no agresiva de lo que están haciendo. 
  • Bajar a su altura y pedirlo por favor. La primera es importante para establecer contacto visual, y la segunda para que nos hagan más caso al emplear un tono más bajo y amable. 
  • Silencio. Si nada funciona, lo mejor que podéis hacer, antes de gritar como descosidos, es callaros y esperar frente a vuestros hijos e hijas. Si os tienen delante y ven que estáis en silencio, aunque tengáis que esperar un buen rato, terminarán por quedarse quietos y observaros a la espera de que habléis. De esta forma, no necesitaréis recurrir a los gritos. 

Y hasta aquí la entrada de hoy. Si tenéis alguna pregunta, no dudéis en contactar con nosotras a través del formulario de nuestra página web, vía llamada telefónica, o presencialmente en nuestro centro de educación infantil Mi Cole en Ruzafa, Valencia. 

¿Cómo evitar gritar a los niños?
Scroll hacia arriba