Hasta ahora, desde nuestra escuela infantil os hemos transmitido bases y principios mayoritariamente teóricos sobre el método Montessori, pero en esta ocasión os vamos a proponer un caso práctico sobre crianza respetuosa como una ayuda para todos aquellos que habéis decidido mantener a vuestros hijos e hijas en casa, así como para demostrar los beneficios que otorga este tipo de enseñanza.
Algunas de las situaciones de conflicto más comunes que se producen entre padres e hijos se deben a la comida, la ropa, las compras, irse a la cama, e incluso riñas con otros niños y niñas. Tal vez las visitas a tiendas y centros comerciales para ver juguetes sea más apropiado que las abordemos cuando se aproxime la Navidad, pero siempre es buen momento para que los temas de la alimentación, la vestimenta y el sueño no se conviertan en un problema, o incluso las peleas con otros pequeños. Así pues, en esta entrada vamos a centrarnos en la alimentación.
Verduras no, gracias.
Por normal general, a ningún niño o niña le gusta la verdura; y cuando decimos ninguno, es ninguno. Puede haber excepciones, como en todo, pero bien es sabido que la tonalidad verde no suele causar furor entre los pequeños. Aun así, se trata de un alimento necesario y rico en vitaminas que deben ingerir para su bienestar. De esa manera, como padres y madres, podréis encontraros con la siguiente situación por parte de vuestro hijo o hija: «No quiero comerme las judías/guisantes/coles de Bruselas». Como niños, necesitan expresar lo que les pasa manifestando su descontento cuando vean el plato o les anunciéis lo que tienen para comer.
¿Qué podemos hacer como padres y madres?
Respuesta correcta número uno: «Te entiendo. ¿Prefieres comer pollo con patatas?». Sí, ya sabemos que no es igual de nutritivo, pero debemos recordar que antes de ser adultos nosotros también fuimos niños, y la verdura por lo general no queríamos verla ni en pintura. Además, es importante que nuestro pequeño sepa que comprendemos su malestar, pero que lo hacemos por su bien. Por esa razón, no estamos cediendo a sus deseos, pero podemos recurrir a la sustitución de un alimento por otro, en un momento en el que nos resulte imposible que se coma la verdura por las buenas. Ya habrá más días en los que pueda ingerir la verdura, lo cual nos lleva a la respuesta correcta número dos.
Respuesta correcta número dos: «Vale. Ahora te preparo una sopita, pero para la noche te comes la verdura con el pescado». También podemos optar por la negociación, y camuflar el alimento no deseado presentándolo junto a otro que no despierte rechazo. Puede ser pescado como carne, pollo, albóndigas o cualquier otro alimento de su agrado. Estamos cediendo temporalmente, pero al final vamos a lograr nuestro objetivo, por lo que evitamos una discusión y al mismo tiempo conseguimos que acepte tomarse la verdura.
¿Qué no debemos hacer como padres y madres?
Respuesta incorrecta número uno: «¡Me da igual lo que quieras! Te vas a comer la verdura por las buenas o por las malas». No debemos gritarles ni tampoco amenazarles. Así, lo único que conseguiremos será dinamitar el conflicto que tanto estamos tratando de evitar.
Respuesta incorrecta número dos: «Si no te comes la verdura, no verás la tele/jugarás con tus juguetes». Tampoco es adecuado recurrir al chantaje. De ese modo, no solo les estamos enseñando inconscientemente la coacción emocional —que os aseguramos que terminará jugando en vuestra contra—, sino que también conseguiremos que decidan no expresar lo que les sucede en cada momento, lo que a su vez podría desencadenar problemas de tipo emocional.
Y hasta aquí el caso práctico de hoy. Esperamos que esta entrada os haya servido de ayuda ante situaciones que os presenten un conflicto. Huelga decir que, si tenéis alguna duda, estaremos encantadas de atenderos a través de la página web de nuestra guardería Montessori, por vía telefónica, o incluso presencialmente en nuestro centro de educación infantil Mi Cole en Ruzafa, Valencia.